En los últimos días el Gobierno de Chile presentó lo que serán los nuevos cambios a la legislación laboral del país. Las reformas giran en torno a tres ejes: trabajo, familia e inclusión.
“Este proyecto de ley lo que busca es fortalecer los derechos de los trabajadores, ampliar sus ámbitos de libertad y permitir una mejor incorporación al mundo del trabajo y una mejor compatibilización de ese mundo con otros tan importantes, como el mundo de la familia, la recreación, la cultura y los amigos”, afirmó el presidente Sebastián Piñera, al dar a conocer el proyecto.
Entre todos los cambios, el más interesante podría ser la modificación a las jornadas laborales que tienen el objetivo de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y fomentar un mundo laboral inclusivo que abra oportunidades para todos.
¿Jornadas de 4 días?
Para fomentar la calidad de vida entre los trabajadores, el Gobierno chileno ha planteado flexibilizar la jornada laboral para que se reduzca hasta en cuatro días presenciales y el resto con trabajo a distancia.
En términos generales, se propuso una jornada mensual de sólo 180 horas que podrá ser distribuida de diferente forma cada semana. La condición es que los límites sean no menos de cuatro días, ni más de seis.
Con esto, cada trabajador podrá negociar con su patrón la posibilidad de descansar el viernes, sábado y domingo.
Los objetivos de esta iniciativa son claros:
- Tener una jornada laboral hasta en cuatro días presenciales.
- Suspensión del contrato de trabajo para que un trabajador pueda, por ejemplo, cuidar a un familiar enfermo.
- Impulsar el empleo joven.
- Compensación de horas extraordinarias con días adicionales de vacaciones.
- Regularizar la protección social de quienes prestan servicios en plataformas digitales.
- Imponer normas más rigurosas en materia de acoso sexual.
¿Trabajar menos incrementa la productividad?
Chile no es el único país en contemplar la disminución de la jornada laboral. Países como Suecia, en donde se adoptó la jornada de seis horas diarias, han sido una constante en busca de mejorar el rendimiento y vida de los trabajadores.
La idea es la misma en todos lados: que los trabajadores con jornadas laborales más cortas alcancen los mismos objetivos, pero de manera más eficiente y con menos días de licencia por enfermedad.
Pero esta medida no es algo sacado de la manga. Existen investigaciones que han demostrado que bajar las horas de trabajo a los empleados puede traer resultados positivos en la productividad.
Una de las últimas investigaciones sobre el tema lo realizó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), publicada en la revista The Economist. El organismo concluyó que cuanto más trabajaban las personas, más disminuye la productividad.
Pero como en todo, existe el otro lado de la moneda. Otro estudio, ahora realizado en Corea del Sur y publicado por la revista Journal of Happiness Studies, encontró que los empleados valoran los días laborales cortos sólo en la teoría.
En la práctica, se encontró que cuando se redujo la jornada laboral pasando de 44 horas a 40 (junto con el sábado como día libre oficial), no hubo una notoria mejoría en la satisfacción de los empleados. Al contrario, si tenían menos tiempo para abordar la misma cantidad de trabajo, aumentaba el estrés.
Los expertos aseguran que en realidad, el éxito de las jornadas laborales cortas tiene más que ver con el tipo de trabajo que se lleva a cabo, la carga de trabajo y la supervisión. Nada tiene que ver el país o la empresa en que se realiza el cambio.
La flexibilidad es la clave
Muchos especialistas han coincidido en que si se quiere que una jornada laboral corta tenga éxito, el verdadero cambio que deben hacer las empresas es el cambio del horario de oficina como una guía que pueda ser adaptada para satisfacer las diversas necesidades de los empleados y los negocios, y no una regla inflexible.
Al final, los expertos creen que la clave consiste en saber cuánto tiempo toma cada tarea asignada para no trabajar de más sin resultados, o de menos con presiones.