
Somos personas de carne y hueso que ahorran con incentivos claros. Si ahorras simplemente porque “has escuchado” que es algo bueno, te vas a cansar a los tres meses o te vas a gastar todo ante la primera necesidad fuerte que experimentes. Muchos no ahorran lo suficiente.
Ahorro por objetivos:
Ahorrar a ciegas es de ingenuos o de superhéroes.
Incluso a nivel fisiológico así funcionamos:
- El incentivo para comer es el hambre.
- Para cuidarnos es el dolor.
- Si queremos subsistir como especie tenemos el deseo sexual.
- Para trabajar es el dinero, la familia, la realización personal.
- Etc.
Sin este tipo de motivaciones, tomar las decisiones correctas sería mucho más complicado. Y lo mismo para el ahorro.
Características de que deben tener tus objetivos:
1. Objetivos claros
Amueblar tu casa es un buen objetivo, pero no es claro. ¿Primero comprarás el sillón o las camas? ¿Unos cuadros o una tina de baño? Haz una lista con cosas muy concretas que quieras ir logrando y empieza por una.
2. Objetivos medibles
¿Podrás decir cuando lo cumplas? Si es demasiado complejo y no hay una respuesta monosilábica (sí/no) no es buena señal. El objetivo tiene que estar desarrollado de tal manera que cuando lo cumplas puedas pasar a otro inmediatamente sin lugar a dudas. Si tienes dificultades para hacer esto, significa que ese objetivo lo puedes dividir en más objetivos.
3. Objetivos temporales
Ponles una fecha límite y haz todo lo posible para cumplirla. Es importante que te mantengas realista. Y plantea opciones B y C. ¿Qué sucederá si no cumples las fechas? ¿Qué otras fechas consideras factibles? Si te propusiste ahorrar X dinero en 3 meses, pero a los 2 meses te das cuenta de que no lo estás logrando, deberás hacer un reajuste del objetivo. Pero son medidas que tú vas decidiendo y no que la corriente te va imponiendo.
Objetivo tras objetivo; así es como se llega a la meta.